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Foto del escritorAdrián Garcia

El Enigma de la Esfinge


Un día apareció en la ciudad griega de Tebas una gran esfinge, con cuerpo de león, cabeza de mujer y alas. Bloqueó el paso de entrada y salida de la ciudad. A todos aquellos que osaban acercarse les retaba a acertar un enigma muy particular y aquellos que fallaban, eran lanzados de mala manera, lejos, por la esfinge y ya no se podían volver a recuperar.

Un día Edipo decidió enfrentarse al enigma de la esfinge y asumió el reto, al verlo llegar la esfinge le preguntó:

“¿Qué ser, provisto de una sola voz, camina primero de cuatro patas por la mañana, después sobre dos patas al mediodía y finalmente con tres patas al atardecer?”.


Evidentemente Edipo acertó y su respuesta fue que ese ser es el hombre, pues cuando es niño camina sobre cuatro patas, los adultos caminan derechos sobre dos patas y cuando son viejos se ayudan con una tercera pata, el bastón.


Este relato aparentemente centrado en el acertijo que resuelve Edipo, contiene una sabiduría mucho más profunda reservada solo a los altos iniciados o adeptos. Lo primero que hay que comprender es que la esfinge es una alegoría de los cuatro aspectos que componen los cuatro elementos fundamentales, agua, fuego, aire y tierra. Éstos están representados por cuatro constelaciones, Leo, Escorpio, Acuario y Tauro. En el caso de la esfinge tiene un cuerpo de león, las alas, representan la naturaleza elevada del signo de Escorpio, una vez a vencido la tentación del placer carnal, la naturaleza femenina de la cabeza de la esfinge representa al signo de Tauro y finalmente la humanidad de la misma cabeza al signo de Acuario. Estos son los mismos cuatro símbolos de los cuatro evangelistas, Marcos, Juan, Lucas y Mateo, que a su vez representan las cuatro naturalezas del nombre sagrado de la cultura hebrea, “YAVEH” – con la letras “yod”, “he”, “vav” y “he” (IHVH).


Por lo tanto el misterio de la esfinge comporta mucho más de lo que aparenta la historia original. El segundo detalle es más revelador si cabe, ya que Tebas, obtiene su nombre de la misma ciudad del antiguo Egipto. El origen del nombre de esta ciudad se le atribuye a la denominación del arca de Noé, “tebah”, que significa además de barco, caja o cofre. La denominación griega del arca de Noé es “tibos” o “tibeh”, coincidiendo con la denominación hebrea. Precisamente en el relato original del arca de la antigua Sumeria, en la “Epopeya de Gilgamesh”, la descripción del arca es exactamente la figura geométrica de un cubo.


Esto tiene una importancia muy grande, ya que precisamente si construimos un cubo con una longitud de lado igual a la proporción áurea, es decir a φ, el volumen de dicho cubo será igual a φ x φ x φ = 4,23…

Esto tal como se puede apreciar coincide con la descripción del enigma de la esfinge = 423…

Precisamente todo esto se produce porque el nombre sagrado del creador en hebreo contiene un misterio relacionado con esta proporción y con la geometría del cubo. Al ser el hombre hecho a imagen y semejanza del creador, el enigma de la esfinge es una pista más de este enigma milenario que ha sido resuelto en mi libro, “La Revelación de la Unidad”, obra que puedes encontrar en el siguiente enlace:

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