
Vivimos en un mundo de la separación. Existimos en un pedacito de realidad donde por necesidad categorizamos y dividimos todo aquello que deseamos conocer. Es un proceso psicológico bien simple, solo aquello que está separado puede ser nombrado y entonces comprendido como un ente individual. La categorización, ubicación y memorización de dichas separaciones es lo que entendemos en el mundo occidental como inteligencia.
Por otro lado existe el todo, aquello que no tiene límites, sin principio ni fin, la fuente y origen de todas las cosas que existen y de las que todavía no lo hacen. Cuando nos centramos en intentar comprender donde está el último límite es el momento en el que entramos en contacto con este todo incognoscible. Por ejemplo si miramos hacia fuera en el espacio, la Tierra está en el brazo exterior de la galaxia Vía Láctea. Esta a su vez está cerca de otras galaxias y forman un cúmulo de galaxias. Los cúmulos de galaxias vistos desde lejos forman súper cúmulos de galaxias. Así hasta llegar a lo que denominamos como universo. Ahora los científicos teorizan que nuestro universo está en contacto con otros universos y estos a su vez estar contenidos en algo más grande… ¿Cuándo termina el ascenso hacia lo más grande? Posiblemente nunca. Lo mismo sucedería si cada vez analizamos partículas más pequeñas. De momento no se ha encontrado el límite. Vayamos hacia arriba o hacia abajo siempre parece haber nuevas versiones más grandes o más pequeñas de lo que denominamos realidad. Intentar encontrar el límite hacia arriba o hacia abajo es como intentar encontrar el número más grande o más pequeño distinto de cero.
¿Entonces el todo está ahí? En realidad sí y no. Nosotros formamos parte del todo pero no llegamos a conocerlo porque siempre pensamos en las cosas como entes individuales. El todo es para nosotros incognoscible, somos absolutamente incapaces de comprenderlo por mucho que nos esforcemos y sin embargo formamos parte de él.
Después del último párrafo quizás te sorprenda lo que voy a contarte. Yo mismo tuve una experiencia en la que sentí que formaba parte de ese todo. Estuve desconectado de esa capacidad para separar las cosas y poner límites durante un buen rato. Fui uno con el todo o como lo denominan los yoguis de la India, estuve en un estado de samadhi. Como he comentado antes el todo es incognoscible, no obstante se puede experimentar y eso fue precisamente lo que me sucedió. Intentar describirlo con palabras solo embrutecería la experiencia.
Tras ese estado alterado de consciencia me traje un regalo. La capacidad de establecer un camino de vuelta a dicho estado, a través de la comprensión de la naturaleza fundamental de los números y de la comprensión del código matemático básico de la creación. Ocho años después de dicha experiencia, de los cuales cinco de intensa investigación y conexión con ese estado de samadhi, llegó mi primer libro, “La Revelación de la Unidad”, que trata precisamente sobre el conocimiento que me “traje de vuelta” en esa experiencia y como se expresa la realidad, explicado de forma sencilla para cualquiera persona con curiosidad por aprender. Obra que puedes encontrar en el siguiente enlace:
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Saludos Ivonne Karina, nosotros formamos parte del todo, pero su conocimiento completo nos está vetado precisamente por la dualidad, que en el conocimiento cabalístico se representa a través de jojmá y binah. Podemos experimentarlo pero como comento no "aterrizarlo" en esta dimensión o vibración más lenta, puesto que eso requiere de la participación de la mente racional, representada por Binah e implica poner límites a el todo, que por definición es ilimitado. Dicho esto, es precisamente gracias a la interacción entre Jojmá y Binah que he podido volver a experimentar estados alterados de consciencia. Quizás sea por la conexión del tema que utilizo como eje central para acceder a dicha conexión, las matemáticas de la creación. Me obliga a trabajar…
Saludos, señor García. Entonces, no podemos conocer el todo, pero sí tener una experiencia a través de un proceso. Me encantaría que pudiera charlar con el doctor Mario Sabán pues él considera que las pràctcas de yoguis se realizan en jojmá pero no en bináh, lo cual sería un desequilibrio pues al ser de pura naturaleza intuitiva, no hay intelecto. Pero usted asegura que sí pudo establecer un camino de retorno. Gracias.